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 DIRECTORIO   14 de Junio de 2006, número 461
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FINANCIACIÓN
El gasto anual por estudiante en la 'Europa de los 15' era un 33% más alto que ahora
ISABEL GARCÍA

César Alegre es lingüista y profesor del departamento de Español en el prestigioso Amherst College de Massachusetts. Ahora se encuentra en Barcelona realizando una investigación sociolingüística sobre el mundo de habla hispana. Se trata de un semestre sabático pagado por la universidad americana. Recalca esto último porque dice que es una de las diferencias entre los centros europeos —y sobre todo españoles— y los estadounidenses. «Allí se tiene conciencia de que la investigación y el progreso surgen de la universidad».

Las estadísticas le dan la razón: el porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) que dedican Estados Unidos, Canadá o Japón a educación superior ronda el 2,7%, frente al 1,5% de la media europea. Las cifras se alejan más si se comparan con España, que todavía anda a la cola de los países comunitarios, con el 1,1% del PIB.

Finlandia, Suecia y Dinamarca alcanzan el 1,7%. Son los resultados del último informe de la Comisión Europea sobre la consecución de los objetivos educativos fijados en Lisboa en 2000. Uno de ellos: acercarnos a Estados Unidos.

La UE ha reducido el gasto por alumno en los últimos años
A Alegre no le sorprenden los datos. En su opinión, esa mayor inversión estadounidense («tanto en ciencias como en humanidades») se traduce en más fondos para adquirir materiales o asistir a congresos «y, de ese modo, poder continuar la formación y compartir proyectos». Otros destinatarios suelen ser los alumnos de posgrado. «Pueden cursar el doctorado sin depender de otras fuentes de ingresos que supondrían una distracción de sus estudios».

El catalán también hace hincapié en el aumento de movilidad dentro de los rangos académicos que una fuerte inversión permite, al hacer que el sistema de acceso a una plaza docente sea más fluido. Esa movilidad, dice, está ligada a la competencia entre centros.

Pone un ejemplo: «Si un profesor o investigador atrae fondos o atención mediática, eso puede ser proporcional al dinero que esa universidad reciba en un futuro, por lo que los centros intentan atraer a los mejores profesores —que, a su vez, podrán obtener las mejores becas de investigación—, y a los mejores alumnos que, después, se esparcirán por otros lugares». Y así, la rueda continúa. En definitiva, Alegre cree que, de ese modo, la inversión no se reduce a la mejora de la formación y a la aportación de fondos para una investigación concreta, «sino que esos avances no se quedan estancados en una institución».

Otro informe —La enseñanza superior en el mundo, elaborado por la Red Global de Innovación Universitaria (GUNI) y presentado en la Politécnica de Cataluña— corrobora la supremacía estadounidense en cuanto a gasto académico. En este caso, por estudiante y año. Las diferencias quedan así: EEUU invierte cerca del doble (7.600 euros). La media europea se reduce a 4.300 y en España a 4.100.

Además, las cosas han ido a peor en los últimos años. La expansión masiva de la educación superior (el incremento de estudiantes universitarios ha pasado de 68,6 a 110,7 millones en la última década en todo el mundo y se espera que en 2020 haya 125 millones) y la disminución de los recursos estatales han provocado la reducción drástica del gasto por estudiante.

En África, por ejemplo, se pasó de 5.079 euros anuales en 1980 a 985 en 1995. Reino Unido también redujo a la mitad la financiación pública por alumno. Si el recuento se hace en toda la Unión Europea, se observa que, durante la 'Europa de los 15', la cantidad que se destinaba era un tercio más: de 7.088 euros entonces a poco más de 4.000 en la actualidad.

Los docentes critican la falta de interés de la sociedad por la educación
INFORME MUNDIAL. Las regiones que más destinan por estudiante son Estados Unidos, Oceanía, Dinamarca, Suecia y Canadá, pero también destacan Guinea Ecuatorial, Suazilandia y Malaui.

Por eso, los rectores recuerdan a cada rato al Ministerio de Educación y a las comunidades -las competencias educativas están transferidas- que, sin financiación, poco pueden avanzar. Los últimos en hacerlo han sido los de Andalucía, que, a través de la asociación que reúne a los 10 responsables de las universidades públicas de la región (AUPA), han solicitado a la Junta una mayor apuesta financiera. En cifras: que se les dedique el 1,5% del PIB andaluz, frente al 0,88% actual.

Volviendo al informe mundial de la GUNI, uno de los expertos en financiación que participó en su elaboración es Miguel Ángel Escotet, director de Instituto de Posgrado y Formación Continuada de la Universidad de Deusto. Le avala una brillante trayectoria que le ha llevado a ejercer de decano en la Universidad de Florida, de rector en Texas y Venezuela y de secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Por citar parte de su currículo.

Se muestra contundente ante la pregunta de por qué en Europa -y en España- se invierte menos que en Estados Unidos o Japón: «El gran problema es que nuestra educación superior está soportada casi en exclusiva por el Estado, y en EEUU es la sociedad en su conjunto la que lo hace». Habla de una mentalidad totalmente diferente. «Allí, la educación es un tema que afecta a todos y aquí nos da más igual; existe una falta de cultura muy grande en ese sentido».

IMAGEN PÚBLICA. No anda desencaminado en su apreciación. La primera encuesta nacional sobre la imagen pública del sistema universitario español, llevada a cabo por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), señala que el 90,5% de los españoles ve a la universidad «como una institución muy importante», más incluso que la policía, la prensa diaria o la justicia.

Otra cosa es que conozcan el nombre del Ministerio o de los responsables encargados de cuestiones universitarias o que crean que su función formativa es adecuada. De hecho, pocos piensan que dicha faceta se adecúe al mercado laboral. También opinan que la organización de los recursos es «mejorable», así como el nivel de calidad.

Escotet apunta otro factor que diferencia a nuestras universidades de las americanas: la escasa contribución del sistema productivo a la universidad en términos de cooperación económica, gestión de patentes, I+D... Es la pescadilla que se muerde la cola. «La empresa no ha contribuido a mejorar la universidad, pero tampoco la universidad ha sabido estar a la altura. En EEUU, el concepto de mecenazgo privado es muy importante y el Estado lo favorece».

Esa otra mentalidad permite que allí no haya diferencias entre universidades públicas y privadas, sino entre «buenas y malas», en función de su nivel de calidad. «Las dos reciben financiación pública y privada, y las dos tienen que rendir cuentas de lo que hacen, de su eficiencia, para seguir recibiendo fondos. En España no, aquí la financiación no depende de si se hacen bien las cosas, de los méritos de los profesores... sino del número de alumnos». Va más allá cuestionándose: «Aquí, ¿cuántos alumnos mantienen su beca a pesar de suspender? Y si hablamos de profesores, ¿por qué no se les piden cuentas de su rendimiento?».

Conoce bien la situación Cristina Muñoz-Pinedo, científica española que disfruta de una estancia en el Instituto de Alergia e Inmunología La Jolla, en San Diego (EEUU). Allí está desde 2002, pero su periplo científico la llevó antes a la Universidad de Sevilla, el Instituto de Parasitología y Biomedicina de Granada, la University College de Londres o el centro equivalente al CSIC español en Francia, el prestigioso CNRS.

La investigadora no está de acuerdo en que una alta inversión en educación vaya unida necesarimamente a una mejor formación. Sí habla, en cambio, de las abismales diferencias en el ámbito de la investigación. «Se nota en las instalaciones, la ayuda técnica y administrativa por investigador (secretarios, técnicos...) y en el dinero asignado por agencias y fundaciones».

También asegura que la mano de obra cualificada en España es «barata», mientras que en Estados Unidos «gastan más dinero en sueldos y sobre todo en productos y reactivos que te permiten ahorrar tiempo y trabajar mucho más deprisa y cómodamente». Se centra en su campo, la biología: «Te sirve de poco tener muy buenas ideas si tardas en hacer los experimentos necesarios para demostrarlas».

PRESUPUESTO EN I+D. De hecho, la inversión en I+D sigue siendo una de las cuentas pendientes del PSOE. En plena campaña electoral, Rodríguez Zapatero prometió dedicar el 1,6% del PIB a investigación. La cifra, sin embargo, no sobrepasa el 1% todavía, porcentaje similar al que se dedica a la educación superior en general.

Francisco Michavila, experto en financiación universitaria y director de la Cátedra UNESCO de la Politécnica de Madrid, cree que debe crecer el presupuesto en este campo y da una cifra: «Para que Europa pudiera alcanzar a EEUU deberíamos invertir 150.000 millones de euros cada año».

También opina que no todo el esfuerzo debe venir de la Administración pública. Su apuesta: la cofinanciación. «Hay que buscar otras fuentes dentro del sector privado. Los que luego se benefician de una universidad mejor deben contribuir a su desarrollo». ¿Cómo? Cita el ejemplo de Francia, donde existe un canon de ayuda a las universidades por parte de las empresas, de forma que éstas últimas eligen los centros en los que quieren invertir. Eso sí, tiene claro que una subida de las tasas no sería una solución «siempre y cuando no aumentaran también las becas y las ayudas».




 
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